Ý llegó la caló...!

Pues sí, ya está aquí ¿no decíamos que llovía mucho? ¿que hacía frío? Pues hala, tomad calorcito rico. Y yo en el curro con la chaqueta de lana y el foulard al cuello. Es lo que tienen los "edificios inteligentes", que consiguen que te duela la garganta constantemente, eso sí, de forma inteligente...
Imaginaros por un momento, entras a trabajar vestida de verano, claro, y te encuentras con 17º en la oficina, te cubres con todo lo que tienes, aunque si llevas sandalias a los 15 minutos de haberte sentado en la silla empiezan a helársete los dedines... Estás dos horas a esa temperatura, estornudando todo el rato y de pronto te bajas a desayunar y, claro, tienes que despelotarte... quitaté todo lo que te pusiste y echaté a la calle. Al principio se agradece ¡bendito sol! piensas, me bajaría una sillita y me sentaría en esta esquina, pero despues del paseo hasta la cafetería (náa, siete u ocho minutos) como que ya el solecito ese te empezaba a molestar. Aunque mi tiempo de desayuno es de media hora, como seguramente intuiréis, me lo paso por el forro cada vez que puedo, con lo que cuando vuelves al trabajo, tu temperatura corporal ya es nuevamente la de todo ser humano normal, en un día cualquiera del mes de junio... y ¿qué sucede...? pues que entras de nuevo en el Círculo Polar Artico, que es donde se encuentra tu silla y tu mesa. Te vuelves a colocar toda la ropa de la que dispones, y rezas lo que sepas, ya que sabes que en cuestión de quince minutos, y hasta las tres de la tarde, tu cuerpo va a estar a una temperatura totalmente ilógica, irracional y de todo punto insano.
Lo realmente extraño es que solo me duela la garganta, no creeis?