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lunes, 15 de septiembre de 2008

Una de dolencias



Mi padre vuelve a estar ingresado.

El jueves pasado entramos por urgencias y 9 horas de sala de espera después, se quedaba en un pasillo, con cama, por supuesto, y un letrero que decía "6". La cama seis del pasillo de urgencias del hospital Doce de Octubre. Entre el número cinco y el siete y delante de los boxes donde son atendidos otros tantos pacientes que no dejan de entrar y salir constantemente.

Les pedí una mantita porque hacía una corriente en ese pasillo que no era normal y mi padre se constipa con dos de pipas. Una ats me contestó que hacía mucho calor, y la prueba era que ella estaba sudando. No voy a hacer comentarios a este respecto.

Un segundo antes de que montara un pollo por el tema de la manta, divisé a una doctora que llegaba en ese momento en el turno de noche, y que conocía de la planta 12, de otros ingresos de mi padre. Y como hay que tener amigos hasta en el infierno, la llamé y vino hacia nosotros.

- ¿Pero qué haces aquí Tomás? Con lo bien que te dejamos en el mes de julio... Le dijo a mi padre.

Le explicamos que el hígado había vuelto a protestar, aunque esto no era necesario que nadie se lo contara, ya que el color de la piel y los ojos de mi padre se acercaba bastante al amarillo chillón... Y que la bilirrubina estaba por las nubes.

Ella, muy amable, le tranquilizó y nos dijo que haría todo lo posible porque le subieran a su planta, la doce, y que fuese lo antes posible para quitarle de ese pasillo. Yo aproveché en enchufe que acababa de adquirir para usarlo en nuestro beneficio y le pedí la manta, con lo que, en cuestión de 2 minutos, nos la trajeron.

Mi padre ya está en habitación, y este fin de semana apenas le han hecho nada, solo tenerle controlado, suero, fiebre, tensión, y se está tomando unos sobres que le han dado para los picores que le tienen frito y no le dejan descansar.

El caso es que llevo, desde el día de las urgencias, con una gastroenteritis. Ayer parecía que estaba mejor y comí normal y hoy vuelvo a estar igual. El compañero de habitación de mi padre entró con un problema en los ojos, y en el tiempo que estuvo en urgencias, cogió un virus que le tiene los intestinos destrozados, y el pobre hombre lleva más de dos meses ingresado y no han dado todavía con el quid de la cuestión.

Espero que no se hayan acomodado en mí las mismas bacterias que en ese señor y que solo sea una cosa pasajera.

He pedido hora para el médico y le tengo a las 4 de la tarde. Le contaré mis dolencias y confiaré en su infinita sabiduría médica (ejem... mi médico es más torpe y soso que un cerrojo).

A las 6 tengo dentista, para un empaste y una limpieza. Me dejará la boca un poco más sana y el bolsillo un poco más vacío de lo que ya está, y luego... he quedado con un amigo, así que espero que mi cuerpo respete un par de horas de ocio y no le de por hacer alguna de las suyas.
Cuidaros mucho, vale.

3 comentarios:

  • A las 12:47 , Anonymous Anónimo ha dicho...

    Vaya por dios niña... tú muchos ánimos para todo y disfruta del ratito de ocio.
    Un beso muy grande

     
  • A las 14:40 , Blogger Madame M ha dicho...

    Joer, ¡vaya añito de hospitales! Que no sea nada y que usted no me lo somatice. Ánimo y un beso!!

     
  • A las 18:48 , Blogger A corderetas con mi alma: "Corde" ha dicho...

    Ains, los malditos hospitales. Son necesarios, sí, pero jode un huevo tener que "vivir" en ellos.
    Ya me dirá que le han dicho los médicos, espero que la gastroenteritis sea cosa más de los nervios.
    NO me explico como a estas alturas del año ya está saturado el servicio de urgencias. Espero que su padre se recupere pronto.
    Un besico.

     

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