Culturizándome

Me he apuntado a un curso de Cata de Vinos.

La pretensión inicial era otra. Ocupar alguna tarde en hacer algo de deporte, pero no estoy hecha para sudar en interiores, me gusta más correr por el parque (bueno, andar) y con este dichoso invierno que tenemos, que me tiene hasta el pompom, no hay forma de disfrutar de una buena andada.

El caso es que me enteré que había un curso en un centro cultural al ladito de casa de mis padres, en su barrio, y pensé: "Como voy a ver a mis padres todas las semanas, y el curso es de 7 a 9 de la tarde, pues me voy antes y paso la tarde con ellos hasta que tenga que irme al curso"

Y dicho y hecho.

Mi primera clase fue el martes pasado. El curso empezó en septiembre del año pasado, con lo que los compañeros están ya en un nivel más avanzado, ejem. Con esto no quiero decir que sepan más de las técnicas enólogas y bodeguiles, no, sino que se beben lo que les pongan delante con una rapidez pasmosa. Yo, sin embargo, cuido todavía eso de menear el vino en la copa, mirar el color y transparencia del líquido en cuestión, el olor y si los taninos se quedan en los lados de la lengua o cerca de la garganta.

Es divertido. Hemos probado algunos finos, que mira que me gustaban poco, pero he descubierto que esto es como con la tónica, que si no te gusta, es que la has probado poco.

Salí un poco pedal, y eso que la primera hora es de teoría, teoría y más teoría.

Ya os seguiré contando, hip!, si tengo lucidez suficiente para ello.