Pues sí, lo bueno se acaba pronto, eso dicen y que verdad es.
Llevo desde el lunes trabajando y aunque no lo llevo mal del todo (apetece también volver a la rutina y el orden diario)pero es indicativo de que el verano sigue su curso, y pasa, vaya si pasa.
Aún me quedan 8 días de mis vacaciones, que guardo como oro en paño para primeros de septiembre poder irme de nuevo y esta vez, si todo sale como espero, poder descansar algo. Los dos viajes que he hecho han sido inolvidables, cada uno por una cosa distinta, y en ninguno de los dos he podido dormir suficiente.
Empezaré con mis días en ESTAMBUL.
Llevaba tantas ganas e ilusión que pensé en el aeropuerto, a la ida, que quizás me decepcionase, pero nada más lejos de la realidad. Estambul es una ciudad espléndida y ha cubierto con creces todas mis expectativas, tirando por tierra, afortunadamente, todas las de mi pareja, que iba con algo de recelo ante lo que él creía que iba a ser una sociedad cerrada, drástica en carácter y comportamiento.
Es evidente que al ser mayoritaria la religión musulmana Turquía es un país muy diferente al nuestro, pero está ahora mismo muy occidentalizada, y por lo menos la ciudad de Estambul, derrocha cordialidad con el turista por los cuatro costados.
Nos hemos encontrado con gente amable por doquier y no ha habido un momento de incomodidad en nuestro viaje. No hemos tenido ningún contratiempos debido a la indumentaria ni nada por el estilo, eso sí, siendo siempre respetuosos a la entrada a las Mezquitas con sus costumbres, su modo de pensar y su religión.
La ciudad de Estambul te envuelve desde que llegas a ella. Todo es especialmente atractivo, hasta el cielo es de un color diferente. Cuando desde los minaretes llaman al rezo, en toda la ciudad resuenan las oraciones que hacen que se te ponga el vello de punta aún ahora al recordarlo.
Atravesar el Bósforo es un placer para los sentidos y al cruzar al lado asiático te das cuenta de lo grandiosa que es Turquía. Una ciudad en la que el comercio es primordial y se palpa el bullicio y la actividad de sus calles y de sus bazares, donde puedes perderte por unas horas, en el más estricto sentido de la palabra, para terminar tomándote un té de manzana mientras tus pies descansan y tu vista también, de todo lo que han estado recibiendo.
(Prometo fotos en el próximo post)
