Victoria Station

Donde te encuentres... para lo que desees...

lunes, 19 de julio de 2010

Necesito de ti

No te quiero porque te necesite. Te quiero porque mi vida contigo es mucho mejor. Tu haces que me ponga las pilas. El tenerte a mi lado me impulsa, me hace gustarme y quererme más. No pienso que sin ti no soy nadie, es que contigo soy mejor persona.

No cabe en mí la pereza cuando estamos juntos. Por ti hago cosas que me costaría mucho hacerlas por mi.

Me animas, me ayudas, me motivas, me impulsas, me entiendes... Me acompañas en cada reflexión, me conduces si voy a perderme, te sabes retirar cuando crees que me conviene...
No me confundo, me valgo por mi misma, pero contigo se acrecentan mis posibilidades, y soy capaz de crearlas o inventarlas para ti, para nosotros.

No necesito de alguien, necesito de ti, eres irremplazable, insustituible, eres tu. Si no estás, todo es diferente. No imagino una vida divertida, laboriosa, comprometida, si no estás conmigo.
Me embellece tu compañía y crezco a tu lado. Soy más comprensiva con los demás y más exigente conmigo misma.
Cuando estás a mi lado me encuentro más fuerte, más decidida, más felíz... y todo es por ti, aunque no sea solo para ti, es para todos los que me rodean y a los que amo.

A tu lado me desvivo más por todo, y eso, aunque suene a contradicción, es lo que a mi me parece vivir.

Me despierto cada mañana dispuesta a la tarea, y no me asusta.
No es que me hagas falta, es que deseo que me ocurra lo que me pasa cuando estás conmigo, lo que siento cuando te tengo cerca, cuando te miro y me miras, cuando me tocas y te toco.
Tu amor me convierte en un ser fuerte y soy mucho más felíz...

martes, 13 de julio de 2010




Ayer una de mis amigas tuvo una mala noticia. Le avisaron de que su cuñado había muerto. Esto dicho así es una pena, pero no suena demasiado raro. El caso es que se le encontraron por la mañana, con su cinturón rodeándole el cuello, colgado. Tenía 41 años y se había quitado la vida.

Supongo que cuando algo así sucede toda una serie de teorías te vienen a la cabeza.
Este chico estaba en el paro, pero trabajaba haciéndo chapucillas que le salían de vez en cuando. Estaba separado y tenía una hija de unos 10 años a la que no veía desde hacía bastante tiempo. Ahora estaba saliéndo con alguien, ya desde algunos meses y por lo visto tenía una vida más o menos ordenada.

Bueno, eso es lo que dejaba enseñar, lo que se veía desde fuera para los que no podían o no querían ahondar más en su vida. Por lo visto tenía problemas más serios que no voy a contar aquí.
Anoche estuvo mi amiga en casa y, mientras le dábamos a un pitillo que ya creíamos olvidado, me contó el panorama que se había encontrado en esa especie de velatorio al que había asistido.
Todo eran caras interrogantes, preguntas sin respuesta del padre, de los hermanos, de la novia.
En qué situación tiene que encontrarse una persona para coger un cinturón, atarlo a una barandilla de la escalera de su casa, y decidir que en ese mismo momento quiere dejar de existir. Qué mecanismo salta en tu cabeza para que no veas otra solución, un camino, una salida a los problemas que te acucian.
Tal vez tuviese amigos que le veían cada día, que se tomaban copas con él, y sin embargo, jamás pensaron que esto podría suceder, al igual que su familia.
Cuando me acosté eran más de las dos y media y tardé en dormirme. En ese momento, bendije a cada uno de los miembros de mi querida, aunque a veces cargante, familia; bendije a mis amigos y a toda la gente que quiero e incluso a la que a veces me rodea y me es indiferente.
Bendije mi sosa vida diaria, mi latoso trabajo, mis deseos incumplidos, mi soledad oculta, mi inquietud por cambiar las cosas que no me gustan...
Bendije cada rincón de mi alma, de mi corazón, e incluso de mi memoria.

domingo, 4 de julio de 2010

SACAR LA LENGUA

A veces siento que no encajo en ninguna parte.
Los sitios que frecuento, los escenarios en los que me desenvuelvo y la gente que me rodea cada día, son los que deberían proporcionarme satisfacción y ganas de vivir. Sin embargo, aparece una y otra vez esa necesidad de romper con todo y con todos y marcharme de aquí, a algún lugar donde poder empezar de nuevo, sin mochila a la espalda.
Aparentemente todo va bien. Tengo un trabajo que me permite pagar mi casa y vivir, más o menos, comodamente, y yo no necesito mucho más para sentirme satisfecha. Trabajo para vivir, no vivo para trabajar, por lo que intento programarme para que no me afecten demasiado las cosas que suceden en el ambiente laboral. A veces lo consigo y otras muchas no, pero con cada sofoco que me llevo, intento pulir un poco más esas aristas que tiene mi nuevo empleo y que a veces llegan a cortarme. Quiero creer que lo voy a conseguir y aunque a veces me desespero y creo que moriré en el intento, necesito demostrarme que puedo con ello, y siento que no es el problema raíz.
Le he estado echando la culpa de todo lo que me pasaba y me he dado cuenta de que necesito gestionar esto de alguna manera, aquí y ahora, o de otro modo lo arrastraré, vaya donde vaya, hasta el fin de mis días.