El campo
Ha pasado el primer puente decente del año, y aunque yo no lo hacía, en principio, el caso es que al final no fui a trabajar. Operaban a mi padre de un ojo el viernes y me cogí el día. Todo ha salido bien, y el sábado, también hospital para la revisión.
La cuestión es que han pasado cuatro días sin que pise la oficina, y, aunque haya estado de médicos, resulta reparador. Mañana lunes de nuevo y otra vez estaré sentada a las ocho y cuarto de la mañana esperando que den las tres. No hay más remedio. Hay que comer!
Ha hecho un tiempo espléndido estos días, y uno de ellos hemos ido al campo. Estaba todo hasta la bandera. ¡Qué ganas tiene la gente de coger el sol! Padres con sus niños jugando al futbol, niñas saltando a la comba (como antaño), cassetes a todo trapo (bueno, quizás fuesen cedeses...) familias enteras con la tortilla, los pimientos..., todo ello bien apretaito en el taper...
Muy buen ambientillo el que había, sí señor. Lo pasamos bien, el único inconveniente ha sido que me he debido traer conmigo todo el polen del lugar y tengo los lagrimales rojos e inflamados, no dejo de estornudar y para colmo me ha dado una especie de alergia en el cuello y le tengo lleno de granitos...
Por lo demás, todo bien. ¡Qué gusto ir al campo!
Mañana en la oficina estaré igual de resignada que todos los días pero podré entretenerme rascandome.
Es tarde, me voy a dormir. Un besito de buenas noches.