Añoradas vacaciones
Ha entrado el mes de agosto. Quién me iba a decir a mi que llegarían estas fechas sin haber disfrutado de las vacaciones. Odio estar aquí el mes de Julio, y este año creo que ha hecho el mes más caluroso desde hacía muchos años. Madrid ha estado insoportable y sin embargo, a mi, en agosto, me encanta estar por aquí. Los días ya empiezan a ser más cortos y todavía sigue desapareciéndo más gente en este mes con lo que puedes callejear tranquilamente.
Las circunstancias son las que son, así que habrá que tomarlo con filosofía. He tenido otra de hospitales este fin de semana. Mi pobre padre no tiene aire acondicionado en casa y parece que piensa que en el interior del hospital, con el aire a dieciocho grados, puede sentirse mejor. No es así, claro está. Menos mal que la nena siempre lleva pasminas en el bolso, sino, tal vez hubiése cogido, yo, una neumonía, y él se hubiese ido al otro barrio.
Un poco restablecido después del susto le ha cogido el relevo mi hijo, que se ha puesto malo nada más comenzar sus vacaciones, hasta el punto de no haber podido coger el vuelo a Mallorca que tenía para anoche. ¡Pobre! No sé si es mayor el malestar de la dolencia o la decepción de haberse quedado en tierra.
Yo espero poder irme un día de estos, a no mucho tardar y si puede ser antes que el invierno llegue, porque a este paso...