Para mucha gente visitar la ciudad de Nueva York no supondrá nada especial. Para mi, que no admiro especialmente a los americanos, ni su cultura, ni su doble moral, ni su pensamiento y forma de vida, tampoco sería nada extraordinario, ni apetecible, sino fuese por "el cine".
Yo, que soy casi una friqui del cine y sobre todo de las pelis del gran Woody Allen, he alucinado con algunos de los rincones de esta ciudad con sus cinco barrios.
He caminado por la isla de Manhattan, desde la 1ª avenida hasta la 7ª, desde el Soho hasta el Bronx, pasando por todas las calles de esta cuadriculada ciudad, y por cuadriculada me refiero a nivel urbanístico. No hay rotondas en ella, así que no hay pérdida, una vez que has echado un vistazo al plano y comprendes su estructura, no necesitas nada más.
Cruzar el puente de Brooklyn caminando, subirse en el ferry que te lleva desde Batery Park a Staten Island o caminar por las calles de Queens te traslada una y otra vez a lo que tantas veces he visto en la pantalla del cine y te sientes protagonista de tu propia película.