Mi hijo y yo
Ayer fué un gran día. Lo fué para mi hijo, así que lo fué para mí también.
No sé si os conté que se está preparando para unas oposiciones. Bien. Pues para poder presentarse a exámen, necesita tener el carnet de moto. Así que hace unos meses, un montón de meses, se apuntó a una autoescuela y comenzó lo que sería una sucesión de acontecimientos desafortunados y un peregrinar constante al centro de exámenes de la DGT.
Después de muuuchas clases de moto, muuuchas decepciones, y también, porqué no decirlo, muuucho dinero... por fin, ayer día 28 de julio, APROBÓ.
Supongo que sabréis que cambia la normativa, y a partir del verano, las pruebas de exámen se amplían, además, a un circuito real en carretera... y en agosto cierra la DGT, con lo que ayer era su última oportunidad.
Tenía el exámen a las 16,00 horas, con la fresca. Yo llegué de currar a las 15,15 h. y comimos en silencio (macarrones con chorizo que había dejado preparado la noche anterior) y se marchó a los diez minutos. Nada más cerrarse la puerta de casa encendí tres velas. Ya lo había hecho otras veces y no había funcionado, pero no cejé en mi empeño de echarle un cable de alguna manera, aunque fuese recurriendo a mis creencias esotéricas.
Me empezó un ligero dolor de cabeza.
Puse un cd de música que tengo grabado con un mix de las canciones que más me gustan y me dispuse a fregar los cacharros.
Recogí la cocina y después la ropa, que esperaba pacientemente que la descolgaran de la cuerda. Estuve doblando lo que es de doblar y apartando lo que necesita ser planchado. Luego estuve grabando unos cds para un amigo y mientras, yendo y viniendo a la cocina para hacer la comida de hoy, pollo en salsa.
No podía parar quieta.
La cuestión es que dieron las siete de la tarde y mi hijo no había aparecido. Terminé de hacer el pollo y volví a recoger la cocina. Me hice un té con leche y me fuí a la terraza. No pude sentarme, y apoyada en la baranda me tomé mi té mientras daba unas caladas rápidas a un cigarrillo.
Al salir en dirección a la cocina, no sé que hice, que me enganché la mano en la puerta de aluminio y un trocito de carne del dedo se desprendió literalmente de manera brusca y empecé a sangrar de manera exagerada.
Me fuí al cuarto de baño a intentar parar aquello y justo en ese momento sonaba en el cd una canción de Rosana que me encanta... "Si tu no estás aquí, no sé, que diablos hago amándote..." y en esas estaba cuando empecé a llorar, sin saber muy bien porqué.
Me echaba agua oxigenada en el dedo y veía la sangre correr por el lavabo, y Rosana no dejaba de decir, una y otra vez, "... derramaré mis sueños, si algún día no te tengo... lo más grande se hará lo más pequeño... pasearé en un cielo sin estrellas esta vez... tratando de entender quien hizo un infierno el paraíso... no te vayas nunca porque nooo puedo estar sin tí..."
Y yo no podía parar de llorar.
En ese momento sonó la puerta de la calle. Me puse un trozo de algodón en el dedo y salí del cuarto de baño. Vi a mi hijo entrar, que me miraba con cara de asombro y un poco de susto.
-¡He aprobado, máma!, pero ¿qué te pasa? ¿por qué lloras?
Y ahí me fuí hacia él y nos abrazamos.
Yo traté de explicarle que no me pasaba nada, que todo era culpa de Rosana y de la herida del dedo y de ese maldito dolor de cabeza...
No sé si os conté que se está preparando para unas oposiciones. Bien. Pues para poder presentarse a exámen, necesita tener el carnet de moto. Así que hace unos meses, un montón de meses, se apuntó a una autoescuela y comenzó lo que sería una sucesión de acontecimientos desafortunados y un peregrinar constante al centro de exámenes de la DGT.
Después de muuuchas clases de moto, muuuchas decepciones, y también, porqué no decirlo, muuucho dinero... por fin, ayer día 28 de julio, APROBÓ.
Supongo que sabréis que cambia la normativa, y a partir del verano, las pruebas de exámen se amplían, además, a un circuito real en carretera... y en agosto cierra la DGT, con lo que ayer era su última oportunidad.
Tenía el exámen a las 16,00 horas, con la fresca. Yo llegué de currar a las 15,15 h. y comimos en silencio (macarrones con chorizo que había dejado preparado la noche anterior) y se marchó a los diez minutos. Nada más cerrarse la puerta de casa encendí tres velas. Ya lo había hecho otras veces y no había funcionado, pero no cejé en mi empeño de echarle un cable de alguna manera, aunque fuese recurriendo a mis creencias esotéricas.
Me empezó un ligero dolor de cabeza.
Puse un cd de música que tengo grabado con un mix de las canciones que más me gustan y me dispuse a fregar los cacharros.
Recogí la cocina y después la ropa, que esperaba pacientemente que la descolgaran de la cuerda. Estuve doblando lo que es de doblar y apartando lo que necesita ser planchado. Luego estuve grabando unos cds para un amigo y mientras, yendo y viniendo a la cocina para hacer la comida de hoy, pollo en salsa.
No podía parar quieta.
La cuestión es que dieron las siete de la tarde y mi hijo no había aparecido. Terminé de hacer el pollo y volví a recoger la cocina. Me hice un té con leche y me fuí a la terraza. No pude sentarme, y apoyada en la baranda me tomé mi té mientras daba unas caladas rápidas a un cigarrillo.
Al salir en dirección a la cocina, no sé que hice, que me enganché la mano en la puerta de aluminio y un trocito de carne del dedo se desprendió literalmente de manera brusca y empecé a sangrar de manera exagerada.
Me fuí al cuarto de baño a intentar parar aquello y justo en ese momento sonaba en el cd una canción de Rosana que me encanta... "Si tu no estás aquí, no sé, que diablos hago amándote..." y en esas estaba cuando empecé a llorar, sin saber muy bien porqué.
Me echaba agua oxigenada en el dedo y veía la sangre correr por el lavabo, y Rosana no dejaba de decir, una y otra vez, "... derramaré mis sueños, si algún día no te tengo... lo más grande se hará lo más pequeño... pasearé en un cielo sin estrellas esta vez... tratando de entender quien hizo un infierno el paraíso... no te vayas nunca porque nooo puedo estar sin tí..."
Y yo no podía parar de llorar.
En ese momento sonó la puerta de la calle. Me puse un trozo de algodón en el dedo y salí del cuarto de baño. Vi a mi hijo entrar, que me miraba con cara de asombro y un poco de susto.
-¡He aprobado, máma!, pero ¿qué te pasa? ¿por qué lloras?
Y ahí me fuí hacia él y nos abrazamos.
Yo traté de explicarle que no me pasaba nada, que todo era culpa de Rosana y de la herida del dedo y de ese maldito dolor de cabeza...